Columna de Opinión

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miércoles, septiembre 06, 2006

Incentivos para el acceso a la Educación Superior

Grande fue mi impresión cuando supe que en una comuna rural cercana a la capital, empresas vitivinícolas esperan que los alumnos de colegios municipales salgan de cuarto medio y les ofrecen cursos técnicos de perfeccionamiento, pagados, para que después trabajen en la viña. ¡Que bueno! – pensé yo-. Pero no. A la Viña le cuesta encontrar alumnos dispuestos a ello, ya que a muchos no les interesa ingresar a educación superior.
Por otra parte, una vez escuché a Claudio Orrego, alcalde de Peñalolén, decir que gran parte de los profesores de colegios municipales de su comuna NO creen que sus alumnos llegarán a la universidad. Lo mismo pasa con gran parte de los alumnos, NO ven como real la opción de acceder a la educación superior.
En Chile, una persona con estudios superiores gana en promedio 4,2 veces lo que una persona con educación media completa. Pero, si los alumnos no quieren estudiar o, los que quieren, no creen que van a llegar a la universidad y los profesores que los preparan tampoco, ¿de qué estamos hablando? Es lo mismo que un entrenador preparando un equipo para ser campeón nacional de fútbol, pero sin confiar en sus jugadores. Es lo mismo que esos jugadores no crean en ellos mismos ni en su entrenador o que no les interese ganar. ¿Quién pensará que ese equipo tiene alguna opción de ser campeón nacional?
Ahora bien, quizás cambian las cosas si comienzan ganando el primer partido, luego ganan una vez de visita y después le ganan al puntero. Los jugadores se motivan y son capaces de ganar con la ayuda o pese a la desconfianza del entrenador.
Eso es parte de lo que podemos hacer por mejor nuestra educación. Incentivar a los alumnos para que vean la opción de la universidad o de los estudios superiores como algo real, e involucrar y entusiasmar al entorno familiar en esta tarea. Lograr que tanto el alumno como sus padres crean que no importa cuál sea el origen social o la escolaridad de los padres, que ellos si pueden acceder a la educación superior.
La semana pasada estuvo en Chile, invitado por Libertad y Desarrollo, el doctor en Educación Gregory Hodge, director de la escuela secundaria "Frederic Douglass Academy", ubicada en el barrio de Harlem, Nueva York, que tiempo después de haber cerrado por los altísimos índices de violencia y magros resultados, hoy deja al 100% de sus alumnos egresados con un pie en la educación superior, incluso en las mejores universidades americanas.
Hodge señala que parte importante del trabajo que han hecho, basado siempre en la cultura de la responsabilidad y del éxito, es llevar tanto a los alumnos equivalentes a sexto año básico, como a sus padres, a las universidades. De esta forma, se les incentiva mostrándoles el acceso a la educación superior como una opción concreta, real incluso para ellos.
Creo estar en lo cierto al afirmar que a nadie le dan ganas de ir a una playa del Caribe si no tiene idea qué hay allá, si no ve fotos o alguien le cuenta características o situaciones que hagan verlo como un lugar atractivo para ir.
Señala Hodge que llevar a los alumnos y a sus padres a la universidad, los motiva tanto al conocer qué es lo que específicamente ahí hay, que cambian su actitud frente a lo que para ellos era una obligación. A partir de ese momento se transforma en una realidad que quieren y creen poder alcanzar.
En el fondo, la clave está en los incentivos. Incentivar a padres, apoderados y alumnos a poner los medios para llegar a la educación superior, internalizando la educación como un bien y generando un cambio de conducta que, en definitiva, puede cambiar radicalmente la vida de una persona.