Columna de Opinión

¿Debo subrayar la palabra OPINION?

jueves, abril 27, 2006

Feliz día del Trabajo

Con esto del día del trabajo me puse un tanto ocurrente e idealista de más y decidí comenzar una microempresa.
Tengo capital y una buena idea. Además, tal como las invitaciones a cumpleaños de kinder B, “entusiasmo y muchas ganas de pasarlo bien”.
Con ilusión y la ignorancia del emprendedor comencé a indagar.
Un amigo me contó que era de vital importancia que los empleos que creara mi microempresa fueran “decentes”. Yo no pensaba poner una “casa de masajes” ni nada parecido. Me tuvo que aclarar que no era eso a lo que se referían las autoridades, sino a la calidad del empleo.
No supe exactamente a qué se refería.
Sabemos que hay gente con muchas necesidades. Desempleados dispuestos a trabajar por 100, aunque el sueldo mínimo es 120. Incluso hay gente dispuesta a trabajar por menos. Tienen familias que mantener y no les importa mucho si el sueldo es 100 o 120. Necesitan llevar hoy comida a sus casas.
Yo necesitaba a 6 personas y tenía 600 para gastar en mano de obra. Lo malo es que la ley no me deja pagar menos de 120.
Entonces, ocurrente como andaba, decidí que no era tan peor contratar a 5 por 120. Eso sí, iban a tener que hacer el trabajo de 6. Y de repente me sentí no muy decente. Y pensé que la calidad del empleo de los 6 a 100, podría haber sido mejor que los 5 a 120.
Como todavía tenía mucho entusiasmo y dado mi interés social, decidí preocuparme de contratar a las personas que más necesitaran la pega. Para mi sorpresa eran mujeres. Por lo que feliz ayudaría al gremio.
La lata es que justo me encontré con alguien que desechó todas mis buenas intenciones.
Tenía una empleada eficiente y de buen trato. Al cabo de unos pocos días de trabajo se quedó embarazada. Tenía fuero y no la podía despedir. Inmediatamente su eficiencia se redujo a la mitad. A los 4 meses a un cuarto, a los 6 a un décimo. Se fue de pre y post natal. Cuando se acabó el post natal tuvo licencia por depresión post parto. Además, “la niña nació delicada de salud” y más y más licencias reemplazaban el día de trabajo.
Y para nuestras autoridades su empleo es decente y de calidad.
Entonces, como siempre, me di cuenta que los hombres me eran bastantes mas atractivos que las mujeres. En este sentido también.
Una microempresa como la mía no tendría la capacidad de absorber el gasto que significaba su ausencia laboral. Mis 5 potenciales mujeres (protegidas por la ley) muy necesitadas de trabajo se transformaron en 5 potenciales hombres.
Por un momento pensé que una ley que protege a las mujeres, en verdad las discrimina. Las pone en desventaja al momento de optar a un empleo.
Después supe que tenía que tener cuidado con otra cosa. Si a mi microempresa le iba bien, podría contratar más gente. Eso hubiera sido genial para el país. ¡Más puestos de trabajo! Tal como prometían todos los candidatos. Y yo ni pedía que votaran por mí.
En pro de la decencia del empleo tendría que cuidarme de contratar muchas mujeres. Por el riesgo que implican y porque más de cierta cantidad significa tener sala cuna. Y no me sentí muy decente haciendo este cálculo. ¿Cómo podría asumir mi microempresa el costo de mantener una sala cuna? En ese caso, era preferible subirles el sueldo a los hombres empleados que contratar mujeres que necesitan la pega.
Por un tema de decencia y calidad del empleo.
Y en ese momento, igual que la fábula de la lechera, se me quebró el jarrón (distinto al que Lagos nunca encontró) con microempresa y todo.
La ley protege mucho a mis trabajadores. Si se me agrupan en sindicato y se van a huelga “legal”, no los puedo despedir. Si paralizan la empresa y pierdo plata por cada hora que no trabajen, no puedo hacer nada. Podría reemplazarlos, sin dejar de pagarles. Doblaría mi costo en personal. En definitiva, ni reemplazarlos ni echarlos. Quizás la única salida sería ceder a sus requerimientos. Es decir, ya no mando en mi microempresa. Me veo “expropiada” de mi calidad de dueña. Mandan mis trabajadores con empleos decentes y de gran calidad.
Ah! Y peor aún, existe la opción de que se apruebe una ley que señala que si se me ocurre contratar una empresa externa de aseo, que no le paga a sus empleados, ¡ellos me pueden demandar a mí, solidaria, subsidiaria o lo-que-sea-mente!
Se me quebró el jarrón, me dio pena. Me di cuenta que pretendía a generar empleo y mayor riqueza, pero distintas trabas hicieron que esta potencial microempresaria renunciara a su emprendimiento.
La LEY se preocupa de proteger al trabajador y lo protege tanto que se queda sin trabajo. Al menos 5 personas, que al principio eran 6, que pudieron tener un trabajo, hoy no lo tienen. Y si les preguntamos a ellos, creo que estarían de acuerdo que lo que yo les ofrecía era decente y de calidad suficiente como para alimentar a sus hijos.
Pero van a tener que esperar a alguien más valiente que yo. O que al fin el país entienda que mientras mas trabas menos empleo.
Mientras pase eso, yo invertiré mi capital en el extranjero y me guardaré mi entusiasmo y muchas ganas de pasarlo bien, propias de celebraciones de cumpleaños de kinder B.