Columna de Opinión

¿Debo subrayar la palabra OPINION?

lunes, octubre 30, 2006

Las Platas que No llegaron

Los escándalos de corrupción que han salido a la luz en los últimos días dan cuenta de lo importante que resulta controlar en qué se gasta cada peso del presupuesto nacional y, por otra parte, ser implacable con el mal uso o desvío de recursos públicos. Lo ideal sería tener autoridades y funcionarios probos, responsables y de conducta moralmente intachable, que hicieran impensable que algo así pudiese suceder. Lástima que eso sea prácticamente imposible. Lo posible es que el control se realice en forma eficaz, constantemente, en todas las reparticiones públicas y que se haga valer la responsabilidad directa de las autoridades en la rendición de cuentas de sus presupuestos en forma exacta y completa.

Sin embargo, el problema realmente importante no es ese. Sin quitarle importancia a la probidad de los empleados públicos y a lo grave de los delitos supuestamente cometidos, el problema real es que los recursos no están llegando a la gente.

Cada peso desviado para campañas, cada peso gastado en fiestas para funcionarios, es un peso que no llegó a la gente a la que estaba destinada. Son dineros destinados a programas sociales que no cumplieron su objetivo porque no llegaron a quienes realmente lo necesitaban. Los programas sociales no han sido creados porque el gobierno tiene ganas de caerles bien a las personas, los programas sociales se crean porque la gente de verdad lo necesita. Los programas sociales son creados para ayudar a los más necesitados.

Estamos de acuerdo en que la redistribución del ingreso es necesaria. Existe consenso respecto del pago de los llamados impuestos redistributivos. Hoy en día, si se habla de baja de impuestos es respecto de aquellos que afectan a todos por igual (por ende, proporcionalmente más a quienes generan menores ingresos). Sabemos que es necesario el gasto social y estamos dispuestos a cumplir con la obligación de pagar impuestos, esperando que éste se produzca.

El problema es que aún consientes de ello, quienes paguen impuestos ya no van a estar tan tranquilos. No van a tener certeza de si ese dinero, ganado por medio de su trabajo, va a llegar a quienes más lo necesitan. ¿Qué certeza se les puede dar? ¿Cómo les consta que fue gastado como corresponde y no en fiestas o pendones para campañas?

Esta situación se ve agravada por el aumento en el gasto social anunciado. "Dos de cada tres pesos del presupuesto 2007 irán al gasto social" ha dicho la presidenta Bachelet. Y de esos dos pesos, ¿Cuántos van a llegar realmente a la gente? ¿Cuántos se quedarán en el camino en el pago de gastos administrativos? Y mucho peor, ¿Cuántos serán malgastados o “desviados” a campañas políticas?

En definitiva, es una vergüenza que se desvíen fondos destinados a programas sociales, pero mucho peor es que esos fondos no lleguen a la gente que realmente lo necesita. Hoy el gobierno no tiene que preocuparse de dar explicaciones políticas, lo que tiene que hacer es investigar, buscar y encontrar culpables, castigarlos y, lo más importante, pedirle perdón a quienes más lo necesitan, porque esos dineros eran para ellos y no los recibieron.

domingo, octubre 15, 2006

¿Quién es de Derecha?

Desde hace un tiempo que algunos columnistas han cuestionado en distintos medios si la “derecha chilena” tiene claro lo que piensa o lo que los une, más allá del ser oposición. Evidentemente hay algunos conceptos que enmarcan las creencias de quien piensa, actúa y vive como de derecha, aún cuando por desinterés, apatía o desencanto, nunca se haya sentido parte de ella. Veamos:
Quien piensa que existe un orden moral objetivo y permanente, que aún cuando cambien las circunstancias hay cosas que son buenas o malas en sí mismas y por mucho que, hipotéticamente, el 99% de la gente pueda pensar que matar es bueno, no lo convierte en tal, esa persona es de derecha.
Quien piensa que existe un derecho natural anterior al hombre y que éste, legítimamente, no sólo no está obligado a obedecer leyes, sino que además tiene el deber de oponerse a las que podrían ir en contra de los principios de la ley natural, esa persona es de derecha.
Quien piensa que la persona es anterior al Estado, a la familia y a toda organización intermedia y que ella debe primar en la toma de decisiones, esa persona es de derecha. Si cree que las decisiones y políticas públicas deben implementarse en consideración a esta primacía, que la familia es la base de la sociedad y que se ve fortalecida por la protección del matrimonio, esa persona es de derecha.
Quien cree que la dignidad del hombre está dada por su trascendencia y no por circunstancias anexas, como la calidad de vida (lo que hace que el aborto, la eutanasia o eugenesia sean prácticas deplorables), esa persona es de derecha.
Quien cree en el respeto a los derechos y a las libertades, considerando el derecho a la vida un supra derecho, puesto que sin él no se tiene ningún otro, esa persona es de derecha. Si cree que la libertad está ordenada al fin trascendental del hombre y que su límite es la libertad de toda otra persona, esa persona es de derecha.
Quien cree en la persona humana y en sus capacidades, por lo que el Estado sólo debe realizar funciones de orden público nacional e internacional, de orden administrativo y de administración de justicia e intervenir en casos en que los privados no puedan o quieran proveer de un bien o servicio necesario, esa persona es de derecha. Quien por lo mismo, cree que la burocracia es mala, que genera malas prácticas y corrupción, que hay que disminuir el tamaño del Estado en vez de seguir agrandándolo, esa persona es de derecha.
Quien cree en la economía social de mercado, cuya base es el derecho de propiedad y la libre iniciativa de particulares, esa persona es de derecha.
“La derecha” es mucho más que quienes dicen representarla ante la opinión pública. La derecha no es sólo oposición a la Concertación, ni mucho menos la continuación o herencia del gobierno militar. Los de derecha estamos unidos por conceptos fundamentales, trascendentes, que hacen pensar que un futuro gobierno de la derecha chilena, no sólo sería mejor a los actuales, sino que muy distinto en virtud de los conceptos descritos.
Por otra parte, quizás hasta sería un gobierno más representativo, ya que es muy probable que los conceptos que enmarcan el actuar y pensamiento de “la derecha” representen a una gran mayoría de los chilenos.
Quizás al terminar de leer esta columna, sintiéndose o no representado por quienes tradicionalmente han sido los voceros de la derecha en Chile, algunas personas se den cuenta que, quiéranlo o no, sus valores y creencias lo hacen parte de la derecha.