Columna de Opinión

¿Debo subrayar la palabra OPINION?

miércoles, marzo 07, 2007

Transantiago: ¿Decisión Apresurada?

El Transantiago es mucho más de lo que hemos visto hasta ahora. Las consecuencias, positivas o negativas, y los cambios que trae aparejados el nuevo sistema de transporte público son realmente incalculables. Esta es quizás una de las razones más fuertes que debió haber considerado el gobierno, para haber implementado de otra forma esta importante política pública.

Este es el último año sin elecciones del gobierno de Bachelet, lo que puede haber sido factor relevante a la hora de tomar la decisión de implementar esta política apresuradamente. Una decisión apresurada puede tener distintos efectos negativos.

El riesgo de que el factor político haya influido en la decisión nos hace preguntarnos qué hubiera pasado si se hubiere implementado lo mismo en forma paulatina, sin poner a todos los ciudadanos al mismo tiempo frente a la misma presión. Si se hubiese partido por sectores acotados, como se hizo por ejemplo con la reforma procesal penal, se hubiera permitido corregir los errores, aprender de la experiencia e implementar el sistema cada vez mejor, hasta llegar a tener el sistema eficiente, limpio y agradable de usar que todos esperamos.

Por otra parte parece que el Transantiago se hizo para el “ciudadano promedio” sin considerar que hay muy pocas personas que en realidad cumplen con esas características. No es menor ver que los más descontentos con el sistema son los adultos mayores. Para ellos caminar más, hacer largas colas, esperar en el andén, andar parados o apretados, no es algo sencillo. Un joven lo acepta de mala gana, para un adulto mayor o un discapacitado puede significar el no movilizarse.

Tampoco parecen haberse medido las consecuencias que el sistema puede generar respecto a las cifras de delincuencia. No sería extraño que aumentara la percepción de inseguridad de los usuarios que tienen que salir más temprano o llegar más tarde (y, por ende, oscuro) a sus casas. Tampoco de quienes tienen que caminar más cuadras o aquellos que viajan con escasísima movilidad en el metro.

Es que el Transantiago implica mucho más que micros y paraderos. Implica personas más que usuarios. Puede que al hablar de usuarios se nos olvide que tienen dignidad y que no son el ciudadano promedio. Lo más grave es que afecta directamente a personas que no son libres de optar entre distintos medios de transporte. Para ellos, es lo que hay.

Una política pública ideada con buenas intenciones, mediocremente diseñada y mal implementada, es una mala política pública. Esta puede traer consecuencias que van desde no generar los efectos esperados hasta perjudicar a parte de la población, haciendo necesario invertir grandes sumas de dinero para solucionar lo que debió idearse en forma correcta desde un principio. Las personas siempre esperamos que los cambios sean para mejor y, por un posible apresuramiento, no se está dando esa lógica.

Soy de las personas que cree que es posible tener un sistema de transporte público que mejore los tiempos de viaje, cómodo, limpio, digno, que incentive su uso y sea amigable con el medioambiente. Por la misma razón espero que no pase mucho tiempo hasta que el Transantiago sea efectivamente sea una solución a los problemas de transporte y no una sustitución de un problema amarillo por uno verde.